Temblad Malditos!!!

PINK COLOUR GLASSES

Me gustaría volver a ser niña de nuevo... Conservar la audacia, el entusiasmo, el tesón incansable y la esperanza de que todo saldrá bien, sentirme arropada una vez más por el manto de la inocencia y ver el mundo a través de mis “pink colour glasses” para transformar lo feo en hermoso a base de imaginación y buenos propósitos.

Añoro no sufrir, echo de menos la ignorancia sobre la vida , aunque sé que en un futuro lejano anhelaré ser la misma que hoy escribe estas líneas...

Desearía tener respuestas sencillas a preguntas complejas, como cuando eres pequeño... Entonces todo tenía fácil solución, sazonabas lo ilógico con un poquito de lógica simplista, proporcional a tu escaso conocimiento, y resolvías las penurias del mundo... Lo más curioso es, que a medida que pasan los años, algunas preguntas siguen siendo las mismas, pero las respuestas han cambiado. De hecho, existen multitud de interrogantes que hoy vagan perdidos en mentes de personas perdidas... El por qué de cuando eras un crío sigue siendo ortográfica y semánticamente el mismo, e incluso satisface la misma necesidad a los veintiuno que a los cinco años: el deseo de saber, de darle explicación a las cosas...

Hoy he dejado de preguntarme por qué los pájaros pueden volar y yo no, por qué los gnomos sólo existen en mi imaginación o cómo pueden hablar los peces ... He dejado de preguntar sobre lo que me rodea y ahora pregunto sobre mí, sobre lo que soy, y son tantos los por qué que incluso dormida acechan mi psiquis y me arrebatan el sueño.

Es la 1:30 de la madrugada; estoy sentada a la luz de una lamparita en el salón y un noche más aún no logro dormirme... Me acompaña el silencio de lo que callo, pero lo que me rodea habla. Mi corazón parece haberse acompasado al reloj de pared, y su boom boom se ha adaptado armónicamente al tic tac de las manecillas. Medito y la única apetencia irracional que se me antojaría en estos momentos sería aplicar una perspectiva atemporal a algunos pensamientos, cerrar los ojos, dar un salto hacia delante y volver a abrirlos, para comprobar que el tiempo ha pasado, y que las heridas curtidas con avidez por las dudas han desaparecido. Si el salto fuera hacia atrás, volvería entonces a disfrutar con más ansia la libertad de sentir, hablar y actuar sin miedo a sentirme sola, tan solo asustada por el castigo didáctico-moral que una palabra inadecuada o un gesto excesivo pudiese acarrear consigo... Sentir sin medida y no sufrir...Apenas recuerdo esa sensación, apenas me queda paciencia para encontrar respuesta a tantas preguntas... Sólo me queda esperar que mi corazón lata más deprisa, y que con él, lo hagan las agujas del reloj....